Machupichu, o también conocido como "Montaña vieja", es el nombre con la que se bautiza a la ciudad perdida de los incas. Situada entre dos picos de las Andes peruanos nos encontramos ante uno de los enigmas más bellos y fascinantes que nos podamos imaginar.
Según las tradiciones recogidas por los españoles, Machupichu debió ser construido bajo la dirección de Pachakuteq, tratándose de un santuario de rango superior levantado en un lugar privilegiado a siete u ocho días a pie desde la ciudad de Cusco.
Si las vistas generales nos sorprenden, bajar a la ciudadela, contemplar esos muros inclinados para aprovechar al máximo la luz del sol, esas canalizaciones labradas en roca, altares, observatorios cósmicos, y el como resiste a los azotes sismológicos que la naturaleza regala a Perú cada poco.... hacen lo que es hoy, una maravilla del mundo.
Durante nuestra estancia, pese a no ser época de lluvia, las nubes nos acompañaron desde Cusco a Aguascalientes (pueblo situado a los pies de Machupichu) durante unas cuatro horas, o lo que es lo mismo, 112km. Una vez arriba la lluvia se hizo aún más presente regalándonos un recuerdo prácticamente imborrable, el espectáculo del arco iris naciendo y muriendo ante nuestros ojos. Los que hayan tenido la oportunidad de sentir y recrear la vida de aquellos que tuvieron esas paredes por hogar, podrían compartir conmigo que pocas palabras pueden describir lo que se siente por quedarse cortas, al comprobar como desapareció una civilización y como su legado nos queda escrito en piedra.
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